jueves, 26 de abril de 2012

Miedo

Sin rutina, sin nada que hacer, nada por lo que luchar y lo peor es que tampoco tienes ganas de cambiarlo.
Temes el día a día, ver a los demás, salir de casa. Cruzar el umbral de protección te ahoga, impide que mantengas un ritmo adecuado en la respiración. El miedo se apodera de tu cuerpo cuando éste avanza entre cualquiera de esas calles que no te aportan seguridad.
Antes solo había una zona prohubida, inaccesible, a la que se te hacía imposible llegar, ahora sin embargo la inmensidad del exterior te anula por completo sin importar la zona. Cada vez que das un paso sientes como tus piernas tiemblan, cada vez que alguien se acerca a tu ser tu mente se bloquea, paso a paso aceleras el ritmo de tu caminar convirtiéndolo en un adagio que el mejor pianista consideraría imposible de tocar. No es tu mente quien impulsa tus movimientos, tan solo es tu peor enemigo quien los domina, es el miedo quien no te abandona.
Las horas en casa acaban con tu paciencia, ver siempre las mismas paredes te ayuda aún más a perder el ánimo. Metida en un bucle sin fuerzas donde no puedes hallar salida.
Permaneces perdida, sin saber qué hacer. Nada calma tu mente, nada te da fuerzas para mejorar, nada ni nadie te roba una sonrisa, todo acaba siempre resumido cuando empiezas a llorar. Hubo un instante en que soñaste con un mañana, luchaste por un mejor futuro, pero a pasos agigantados todo desapareció formando parte tan solo del pasado. Ahora no eres capaz de mirar hacia adelante ya que vives angustiada en un presente que tan solo consigue desconcertarte.
Tratas de hacer que las manecillas del reloj se muevan rápidamente sincronizadas con las palabras que permanecen ocultas en cada libro que te acompaña, pero sabes que esa compañía no logra llenarte sino que hace aumentar el vacío infinito de tu interior.