No son tus palabras las que espero escuchar, dudo recordar aún aquél hilo de voz que un día me hizo vibrar. Tampoco espero que tus brazos estén esperándome abiertos en señal de abrazo, en estos sería imposible que ahora me sintiera protegida. No deseo que me llenes de besos y con ellos me devuelvas a la vida, quizás es demasiado tarde para eso, quizás la vida pasaba mientras esos besos no llegaban y por ello ya no puedes devolvérmela.
Soñé que llegabas mientras dormía, mis ojos lentamente se abrían y al verte no sabía como reaccionar…Abrirse de golpe y con la mirada hablarte seguramente hubiese sido opción del corazón, pero la razón se adelantó movida por el dolor y así mis ojos decidieron cerrarse de nuevo ignorando tu presencia, embriagándose de tu ausencia, esa a la que tan acostumbrada me has tenido.
Logré subir la última montaña de los recuerdos acompañada de soledad. El frío del camino no ayudó a apresurar mis pasos, pero poco a poco también se avanza en el camino, eso me enseñaste alguna vez; cuando para ti aún era alguien, cuando a mi existencia le dedicabas algo más de un “hola”, “adiós”, “luego quizás nos podamos ver”.
Cuando llegué a la cima, alcé la voz y grité tu nombre, de nuevo eco sordo tan solo escuché, es por ello que cansada de esperarte decido que puedes volar libre, pues no seré yo quien te encadene para tenerte a mi merced. La decepción y el abandono no son desconocidos para mí y después de tanto tiempo imagino que tan solo quedará algo más de tiempo para sufrir.
Soñé que llegabas mientras dormía, mis ojos lentamente se abrían y al verte no sabía como reaccionar…Abrirse de golpe y con la mirada hablarte seguramente hubiese sido opción del corazón, pero la razón se adelantó movida por el dolor y así mis ojos decidieron cerrarse de nuevo ignorando tu presencia, embriagándose de tu ausencia, esa a la que tan acostumbrada me has tenido.
Logré subir la última montaña de los recuerdos acompañada de soledad. El frío del camino no ayudó a apresurar mis pasos, pero poco a poco también se avanza en el camino, eso me enseñaste alguna vez; cuando para ti aún era alguien, cuando a mi existencia le dedicabas algo más de un “hola”, “adiós”, “luego quizás nos podamos ver”.
Cuando llegué a la cima, alcé la voz y grité tu nombre, de nuevo eco sordo tan solo escuché, es por ello que cansada de esperarte decido que puedes volar libre, pues no seré yo quien te encadene para tenerte a mi merced. La decepción y el abandono no son desconocidos para mí y después de tanto tiempo imagino que tan solo quedará algo más de tiempo para sufrir.
1 comentario:
Mi querida Tris... siempre hay una esperanza y aún queda mucho tiempo para seguir insistiendo en la felicidad.
Es un placer que estes aqui, y que tus letras hagan saber que estás bien
Besos preciosa
Publicar un comentario